Representaciones educativas de las cátedras de ciencias sociales incluidas en los planes de estudio de carreras universitarias de otras áreas del conocimiento

Por: Rosa Patricia Quintero Barrera

Las teorías sobre la pedagogía desarrolladas durante las últimas décadas, plantean novedosos modelos de enseñanza que se apartan del enfoque tradicionalmente empleado en el salón de clase. Desde luego, su pertinencia en el escenario académico es indiscutible, y ha repercutido en reformas educativas y en prácticas microsociales que contemplan metodologías acordes a los tiempos actuales de globalización, desarrollos tecnológicos en las comunicaciones y los cada vez más frecuentes contactos interculturales. Situaciones que complejizan la labor de la docencia y a la vez la replantea como un espacio social, dinámico y en constante cambio. Este escrito relaciona de manera crítica la aplicación de modernas metodologías en el aula de clase, las motivaciones del estudiante y del profesor, con los resultados en cuanto al mejoramiento del ambiente de la enseñanza – aprendizaje con el rendimiento académico.

En este sentido, los profesionales de las ciencias sociales dedicados a la cátedra universitaria nos hemos tropezado alguna vez con la intención de desarrollar la labor adecuada de enseñanza de asignaturas consideradas como complementarias dentro de currículos de otras profesiones y, aquello que realmente ocurre en el escenario social del aula, en el que sobresalen los intereses de los estudiantes por pasar las asignaturas que orientamos con el mínimo esfuerzo. De acuerdo a los comentarios de los estudiantes se observa con frecuencia las diferencias que establecen entre las materias de carrera y otras de relleno o costuras, cuya función, desde su perspectiva, es mejorar los promedios de calificaciones. Así, de las anteriores inquietudes, surgió la presente investigación desarrollada en el salón de clase. Reflexiono, quizá con algo de utopía, en el papel que desempeñamos como orientadores y partícipes de la formación de jóvenes que, al cabo de muy poco tiempo de cursar sus respectivos estudios, ejercerán como profesionales en diversas áreas del conocimiento y de las técnicas; de quienes, se espera que resulten aptos para desenvolverse en complejos sistemas laborales y en entornos sociales cada vez más convulsionados por la crisis económica, política y ambiental del país y del mundo. Esas reflexiones acerca del rendimiento académico de los estudiantes, de los vínculos sociales establecidos en el salón de clase y de la utilidad del conocimiento específico de las humanidades para los jóvenes universitarios, se gestaron en varios años de docencia universitaria en distintas instituciones y programas académicos. A la postre, con el ánimo de superar la gran gama de choques emocionales generados por esas preocupaciones, pero sobre todo situándome en una perspectiva crítica de mi trabajo, opté por investigar el suceso, del cual también resulté sujeto de estudio. Esto quiere decir, que el papel básico de describir, relacionar y explicar la pertinencia de la enseñanza de estas asignaturas, requirió un esfuerzo triple: por un lado, la orientación teórica y metódica de la materia en sí a partir del contenido programático, por otro la pedagogía en el aula y por último, el hecho de interpretar el momento de la clase como un terreno de investigación.  

Así, se parte de una consideración detenida sobre el quehacer del profesor universitario y su papel pedagógico, con el propósito de mejorar las estrategias pedagógicas empleadas en los procesos de la enseñanza y del aprendizaje. La premisa que orienta esta disertación se fundamenta en que aquello que ocurre en el aula corresponde a un trabajo en equipo desarrollado entre los alumnos y el profesor, en el cual es tan determinante el mismo contenido teórico y técnico como las herramientas pedagógicas empleadas dentro del enfoque constructivista.

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