De acuerdo al calendario gregoriano que rige en casi todo el mundo, el año se termina en 31 de diciembre. Para los chinos el 2016 iniciará el 8 de febrero y será el año del Mono Rojo de fuego. El final de cada año es un momento cargado de simbolismos de acuerdo a los contextos culturales. Una tradición que se resalta en Latinoamérica es la del “Año viejo”: Un muñeco elaborado generalmente con ropa vieja, inspirado en personajes del mundo político y social reconocido, y que genera impacto de renovación, cambio, expectativas para las personas. Aunque en el presente se encuentra prohibido, aún en algunas partes de Colombia, en particular zonas rurales y ciudades intermedias se acostumbra a llenarlo con pólvora, para ser prendido justo a las 12 de la noche.
La tradición del año viejo nos hace pensar en aquello que se quiere dejar atrás. Es una especie de catarsis que elimina lo malo, desagradable y desafortunado del año que termina; y los nuevos propósitos para el que comienza. Cuando deseamos “Feliz año”, hacemos una alegoría a los buenos augurios. Por eso, la intencionalidad de muchos de los rituales que algunos suelen hacer: usar ropa interior amarilla o roja, comer 12 uvas junto con el mismo número de deseos, darle una vuelta a la manzana con una maleta deseando viajar, regalar espigas de trigo, comer lentejas para la abundancia, abrazar a alguien del género opuesto para tener relaciones afectivas exitosas, portar dinero en los bolsillos para que no falte la plata a sus portadores, encender todas las luces de la casa para las buenas vibras, entre otras.
Sea cual sea la tradición cultural o su ausencia, acá en Etnicográfica aprovechamos la oportunidad para desearle a todo el parche cibernético un 2016 pletórico de nuevas ideas, innovación, creatividad, responsabilidad con nuestro planeta, mucha lectura y escritura y, sobre todo mucha unión y amor familiar. Felicidades y abrazos a todos!!!